Como todos los niños, tienes miedo a muchas cosas de pequeño. Y te haces grande, pero sigues temiendo algunas cosas.
No me da vergüenza decir que la muerte me da mucho miedo. Ese miedo desesperanzador que te hace plantearte si todo lo que haces de verdad merece la pena si un día todo hará catacroker y te quedarás en polvo. En esos momentos que requieren de todo tu esfuerzo y de toda la fe en que, de alguna manera, todo tiene que salir bien, pensar en que, de un momento a otro, todo deja de tener sentido te resta muchas fuerzas.
Siempre digo que las cosas que temes hay que estudiarlas y comprenderlas, y cuando entiendas como funcionan te dejarán de dar miedo. Eso no puede aplicarse en este caso...
La muerte me persigue... por dedicarme a lo que me dedico. A veces la muerte es horrible, y se lleva al paciente y, con él, días de tu vida, días en los que te has dedicado por completo a luchar en una batalla que no puedes ganar. A veces llega de repente, y no te da la oportunidad de luchar. Otras simplemente se extiende como una marea negra que deja todo en calma.
Siempre revindico las bondades y virtudes de la Medicina Veterinaria. Pero ahí va una de las más grandes y tristes verdades que existen acerca de nuestra praxis: la eutanasia es una gran parte de nuestro trabajo.
Alguien al que admiro profundamente (desde que he conseguido entender algunos de sus por qués) me dio una jeringuilla llena de ese liquido rosa: "... el 10% de tus pacientes van a ser bajas" y lo hice.
Ya no veo la eutanasia como sacrificar al pobre Rocky de 16 añitos, en los brazos de su dueña, tras una vida plácida y confortable, para evitarle sufrimiento. El sacrificio como medida de control de plagas, de enfermedades infecciosas y zoonóticas. El sacrificio como medida de sostenibilidad económica cuando el mantenimiento del animal no es rentable (V€t€rinaria). El sacrificio como fin de la utilidad productiva de un animal. El sacrificio como tratamiento.
Hace unos días llego a consulta una Pointer de 13 años. Tenía un bulto en la cadera derecha, se había extendido hace unos días. Llevaba sin comer unos 3 días, sin apenas levantarse. Posiblemente fuese una metástasis; estaba deshidratada y necesitaba fluidos. Necesitábamos unas Rx de tórax, pero no hicimos nada. "Quería que la sacrificasen". Sin más. Sin diagnóstico, sin tratamiento, sin nada.
No podemos cargar con los cuerpos a la espalda, porque ese peso no nos dejaría avanzar hacia delante.
Pero no estoy hecha para dejar de preguntarme porqué tengo que sacrificar a un animal sin haberme dejado la piel antes intentándolo. Aún sabiendo que no lo voy a conseguir. Es una especie de vehemencia estúpida que me conduce a dar vueltas en la cama pensando en que tengo un poder que no me gusta nada.
Quizás por eso sigo teniendo tanto miedo, porque no lo entiendo. Es algo impuesto desde niños. Nacemos y morimos. Pero yo todavía no he encontrado cuales son mis derechos y deberes para decidir el cuándo.
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