Diario de una Rookie Vet

Diario de una Rookie Vet
El verano de 2012 "Diario de una Rookie Vet" actualizó día a día desde Kathmandú, Nepal... Ahora, 9 estudiantes de Veterinaria viven su propia aventura en Ichangunarayan trabajando como veterinarios voluntarios! ¡No te lo pierdas! (clicka la imagen para formar parte de esta pequeña aventura...)

lunes, 20 de enero de 2014

Semana II. El arte de preguntar

Son dos semanas lo que llevamos ya recorriendo pasillos del HCVC y, aunque parezca mentira, todavía no sé dónde está esto o lo otro, aunque haya sido mi casa durante 3 largos años de internado. Es como en los videojuegos, con el título de veterinaria en la mano y la chapa de "Residente" en la solapa se desbloquean otros niveles a los que antes no podías acceder y que ni si quiera aparecían en el Menú cuando eras alumno. Level up!

Así que lo pregunto todo. Y a todos. Benditos internos que contestan (casi)todas mis preguntas estúpidas y que no se desmembran de la risa cuando voy en dirección contraria por el pasillo de consultas y derrapo con los zuecos... Benditos técnicos que me explican las cosas cuando ven mi cara de desconcierto. Benditos clínicos que no me han apaleado todavía en consulta... Benditos todos, hijos míos! Que estáis colaborando en que no pierda la fe en el sistema que me ha permitido llegar hasta este hospital (arriba el drama y viva la tragicomedia)

Esta es la premisa fundamental para sobrevivir a las primeras semanas de residencia. Preguntar. Y preguntarlo todo. Pero dentro de "preguntar" todos sabemos que va implícita esa sensación inevitable de vergüenza, de sentirse inútil por no decir incompetente. Como si lo tuviésemos que saber todo aunque nadie nunca nos lo haya explicado. O peor, no saber y volver a preguntar aunque ya te lo hayan explicado y sumar la tercera "i" de imbécil.

A partir de esta semana lo de "es la primera vez que lo hago" o "soy nueva" está caduco y huele un poco a escusa mala, a "no tienes ni puñetera idea y punto". Pero ey! Eso no es malo... bueno, al menos es normal. O eso quiero pensar, buscando consuelo en eso que te dice tu madre de "Nadie nace sabiendo", aunque ahora mismo todo el mundo parece saber más que nosotros.

Y así pasamos los días. Que van rápido, muy rápido. Haciendo los 100 metros pasillo, pasando consultas surrealistas, cirugías imposibles a horas intempestivas, anestesias de larga (larguíiiisima) duración y turnos de hospitalización instructivos a la vez que destructivos. Pero también nace hierba en el asfalto, así que no todo es tan durísimo (...y que viva la poesía facilona). Quejarse es fácil y además es gratis, así que ¡por qué no hacerlo! Pero, cuidado, los nuevos somos duros, y somos buenos. De hecho (y es el momento de tirarnos flores) somos los 6 más mejores veterinarios de 96 veterinarios, que solo por serlo ya sabemos que son muy buenos. Y tenemos que esforzarnos para dejar el pabellón alto y que nos recuerden como recordaremos nosotros a todos los residentes que se han ido y que se están yendo de este hospital, como lo que son, grandes. Y es que uno es bueno, no! mejor, cuando le enseñan los mejores. Me he explicado?...

Vamos... que no cunda el pánico! Que todo lo que nos enseñéis lo vamos a aprender, que todo lo que nos asignéis lo vamos a cumplir y que todo lo que nos propongamos lo vamos a conseguir. Que lo que nos hace falta es tiempo, sólo un poco más.

Así que paciencia para los que esperáis todo de nosotros, fuerza para nosotros, que no tenemos que defraudar.
Y que viva el señor Guillermo Couto que tantas dudas me ha aclarado en formato bolsillo.

Aquí os dejo a la plantilla al completo de los R1 (la caracterización nos permite mantener el anonimato por nuestra propia seguridad...), más conocidos por mí como "mis compis"!
R1 de Pequeños Animales del HCVC

sábado, 11 de enero de 2014

De interno a residente


Habéis visto en la foto de portada la cara de desconcierto y desolación del Rookie Vet entrando por la puerta del Hospital Clínico Veterinario Complutense (HCVC en siglas y "el hospi" para los amigos y asiduos)? Pues era exactamente igual que mi cara el día 8 a las 8.30am... y para mi consuelo, era muy parecida a la de mis 5 nuevos compañeros. 

Después de la entrega de papeles, con ese sabor agridulce que te deja la burocracia, cuando sabes que por mucho que hayas revisado una y otra vez todas las fotocopias alguna se habrá volatilizado del sobre o ¡peor! en alguna habrá una línea blanca distorsionando algún número importantísimo... 
Después de esos intentísimos 10 minutos (todo está siendo muy -ísimo últimamente, yo estoy cansadísima y mi tiempo libre, escasísimo) de entrevista en los que, tras pegarte días pensando en qué decir, como empezar y qué contestar a unas preguntas que supones serán rebuscadísimas y dificilísimas, la máxima preocupación se torna en no tartamudear y producir saliva para no parecer un paciente de larga duración del más experto logopeda... 
Después de todo eso, de decir enésimas veces que la probabilidad de conseguir una de las 6 plazas es nula (exactamente, 6,25%) y de que tu entorno te mande a la mierda enésimas veces también, por pesado; llega el día en que imaginas ver tu DNI en lo alto de la lista de seleccionados. Y lo compruebas como 3 veces antes de creértelo. (Y luego haces comprobarlo a otro alguien por si te ha confundido la euforia). Entonces, es verdad. Estás dentro del cuadro de los 6 futuros residentes de pequeños animales... Y después del desfase emocional de rigor, los abrazos, las llamadas y el millón y medio de whatsapp mandados y por contestar, después de pegarte línea 6 ida y vuelta las 3 veces de rigor hasta el edificio de alumnos de la UCM para pasar otra vez por la maravillosa sensación de cabreo injustificado que produce hacer papeles, entonces, y sólo entonces, cuando sabes cual será tu primer día en el hospital, entonces! es cuando me dí cuenta, personalmente, de lo que se me venía encima. 

Pero no malo, encima se viene todo, sin filtro. Y empiezas a coger libros de la biblioteca como si fueran a quemarlos mañana; empiezas a desempolvar apuntes, a apuntar en libretas tamaño bolsillo-de-pijama cualquier cosa que pienses que en algún momento del día te salvará el culo de hacer el ridículo, cagarla estrepitosamente o matar a algún bicho. La gente te escribe, te llama y te dice cosas geniales, felicitándote, diciéndote cuánto vas a aprender y lo bueno que es para ti y tu futuro y entre las que intercala, a nivel subliminal, cosas como "Y la cantidad de horas que vas a echar...", "Bueno, aunque te paguen poco como no vas a salir, así ahorras", "Si con la que está cayendo, es mejor que fregar escaleras o irte a poner cafés a Londres", "Con sangre entra, ya veras lo que aprendes después de que se te mueran los 3 primeros", "Hombre, broncas te vas a llevar, pero mejor ahora que con 30"... y demás frases lapidarias.

Pero con eso y con todo, ahí nos plantamos esos 6 valientes bien temprano, con ánimo, con ganas. Con miedo. Sin tener ni puñetera idea, porque otra cosa no... Pero nos han dejado con el suspense y la tensión hasta el minuto 0. Respecto a todo, a horarios, a puestos, a fechas. Joder, menos mal que llevábamos el pijama por aquello del "que dirán", si no me veo pasando consulta en jersey y zapatillas. Pero por fin llegamos y, grácilmente, los hados del azar me han depositado sobre el servicio de Medicina General en mi primera rotación. En las próximas 6 semanas, lucharé por demostrar que, aunque parezca difícil de creer, aprobé Médicas y Patología General al igual que mis compañeros. Ya vendrán las guardias... Y serán muchas.

Y entre libros de Medicina Interna, protocolos, calendarios, cursos, seminarios, apuntes (que tengo la sensación de que es la primera que leo) y muchos perros y algún gato disfórico, ha pasado la primera semana de esta nueva vida, mis cachorros. 

Podría hacer un alegato en mi favor, prometiendo, a lo electoral, que seré una residente justa, defensora de los débiles, amiga de los internos que nunca olvidará sus nombres, que nunca dejará una taza de café sucia por la hospi, que no mandaré ni utilizaré a nadie de "traemedor" de nada... Pero sería decir gilipolleces. Ahora mismo soy una alumna más, una interna con más horas de prácticas que de teoría que está intentando, a marchas forzadas y con mucho ahínco, demostrar que tiene un título y una tarjeta que pone VETERINARIA y que se la merece. 

Me han dicho en estos tres días una frase que me viene al pelo en estos momentos. Algo así como:

"Si aún no te sientes idiota, es que no has leído lo suficiente

Y es cierta. Así que sigamos leyendo...

Os seguiré contando. 

Grandes aspavientos para animar a todos aquellos que empezáis con exámenes!!! No temáis a los papeles!