Son dos semanas lo que llevamos ya recorriendo pasillos del HCVC y, aunque parezca mentira, todavía no sé dónde está esto o lo otro, aunque haya sido mi casa durante 3 largos años de internado. Es como en los videojuegos, con el título de veterinaria en la mano y la chapa de "Residente" en la solapa se desbloquean otros niveles a los que antes no podías acceder y que ni si quiera aparecían en el Menú cuando eras alumno. Level up!
Así que lo pregunto todo. Y a todos. Benditos internos que contestan (casi)todas mis preguntas estúpidas y que no se desmembran de la risa cuando voy en dirección contraria por el pasillo de consultas y derrapo con los zuecos... Benditos técnicos que me explican las cosas cuando ven mi cara de desconcierto. Benditos clínicos que no me han apaleado todavía en consulta... Benditos todos, hijos míos! Que estáis colaborando en que no pierda la fe en el sistema que me ha permitido llegar hasta este hospital (arriba el drama y viva la tragicomedia)
Esta es la premisa fundamental para sobrevivir a las primeras semanas de residencia. Preguntar. Y preguntarlo todo. Pero dentro de "preguntar" todos sabemos que va implícita esa sensación inevitable de vergüenza, de sentirse inútil por no decir incompetente. Como si lo tuviésemos que saber todo aunque nadie nunca nos lo haya explicado. O peor, no saber y volver a preguntar aunque ya te lo hayan explicado y sumar la tercera "i" de imbécil.
A partir de esta semana lo de "es la primera vez que lo hago" o "soy nueva" está caduco y huele un poco a escusa mala, a "no tienes ni puñetera idea y punto". Pero ey! Eso no es malo... bueno, al menos es normal. O eso quiero pensar, buscando consuelo en eso que te dice tu madre de "Nadie nace sabiendo", aunque ahora mismo todo el mundo parece saber más que nosotros.
Y así pasamos los días. Que van rápido, muy rápido. Haciendo los 100 metros pasillo, pasando consultas surrealistas, cirugías imposibles a horas intempestivas, anestesias de larga (larguíiiisima) duración y turnos de hospitalización instructivos a la vez que destructivos. Pero también nace hierba en el asfalto, así que no todo es tan durísimo (...y que viva la poesía facilona). Quejarse es fácil y además es gratis, así que ¡por qué no hacerlo! Pero, cuidado, los nuevos somos duros, y somos buenos. De hecho (y es el momento de tirarnos flores) somos los 6 más mejores veterinarios de 96 veterinarios, que solo por serlo ya sabemos que son muy buenos. Y tenemos que esforzarnos para dejar el pabellón alto y que nos recuerden como recordaremos nosotros a todos los residentes que se han ido y que se están yendo de este hospital, como lo que son, grandes. Y es que uno es bueno, no! mejor, cuando le enseñan los mejores. Me he explicado?...
Vamos... que no cunda el pánico! Que todo lo que nos enseñéis lo vamos a aprender, que todo lo que nos asignéis lo vamos a cumplir y que todo lo que nos propongamos lo vamos a conseguir. Que lo que nos hace falta es tiempo, sólo un poco más.
Así que paciencia para los que esperáis todo de nosotros, fuerza para nosotros, que no tenemos que defraudar.
Y que viva el señor Guillermo Couto que tantas dudas me ha aclarado en formato bolsillo.
Aquí os dejo a la plantilla al completo de los R1 (la caracterización nos permite mantener el anonimato por nuestra propia seguridad...), más conocidos por mí como "mis compis"!
R1 de Pequeños Animales del HCVC |
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