Habéis visto en la foto de portada la cara de desconcierto y desolación del Rookie Vet entrando por la puerta del Hospital Clínico Veterinario Complutense (HCVC en siglas y "el hospi" para los amigos y asiduos)? Pues era exactamente igual que mi cara el día 8 a las 8.30am... y para mi consuelo, era muy parecida a la de mis 5 nuevos compañeros.
Después de la entrega de papeles, con ese sabor agridulce que te deja la burocracia, cuando sabes que por mucho que hayas revisado una y otra vez todas las fotocopias alguna se habrá volatilizado del sobre o ¡peor! en alguna habrá una línea blanca distorsionando algún número importantísimo...
Después de esos intentísimos 10 minutos (todo está siendo muy -ísimo últimamente, yo estoy cansadísima y mi tiempo libre, escasísimo) de entrevista en los que, tras pegarte días pensando en qué decir, como empezar y qué contestar a unas preguntas que supones serán rebuscadísimas y dificilísimas, la máxima preocupación se torna en no tartamudear y producir saliva para no parecer un paciente de larga duración del más experto logopeda...
Después de todo eso, de decir enésimas veces que la probabilidad de conseguir una de las 6 plazas es nula (exactamente, 6,25%) y de que tu entorno te mande a la mierda enésimas veces también, por pesado; llega el día en que imaginas ver tu DNI en lo alto de la lista de seleccionados. Y lo compruebas como 3 veces antes de creértelo. (Y luego haces comprobarlo a otro alguien por si te ha confundido la euforia). Entonces, es verdad. Estás dentro del cuadro de los 6 futuros residentes de pequeños animales... Y después del desfase emocional de rigor, los abrazos, las llamadas y el millón y medio de whatsapp mandados y por contestar, después de pegarte línea 6 ida y vuelta las 3 veces de rigor hasta el edificio de alumnos de la UCM para pasar otra vez por la maravillosa sensación de cabreo injustificado que produce hacer papeles, entonces, y sólo entonces, cuando sabes cual será tu primer día en el hospital, entonces! es cuando me dí cuenta, personalmente, de lo que se me venía encima.
Pero no malo, encima se viene todo, sin filtro. Y empiezas a coger libros de la biblioteca como si fueran a quemarlos mañana; empiezas a desempolvar apuntes, a apuntar en libretas tamaño bolsillo-de-pijama cualquier cosa que pienses que en algún momento del día te salvará el culo de hacer el ridículo, cagarla estrepitosamente o matar a algún bicho. La gente te escribe, te llama y te dice cosas geniales, felicitándote, diciéndote cuánto vas a aprender y lo bueno que es para ti y tu futuro y entre las que intercala, a nivel subliminal, cosas como "Y la cantidad de horas que vas a echar...", "Bueno, aunque te paguen poco como no vas a salir, así ahorras", "Si con la que está cayendo, es mejor que fregar escaleras o irte a poner cafés a Londres", "Con sangre entra, ya veras lo que aprendes después de que se te mueran los 3 primeros", "Hombre, broncas te vas a llevar, pero mejor ahora que con 30"... y demás frases lapidarias.
Pero con eso y con todo, ahí nos plantamos esos 6 valientes bien temprano, con ánimo, con ganas. Con miedo. Sin tener ni puñetera idea, porque otra cosa no... Pero nos han dejado con el suspense y la tensión hasta el minuto 0. Respecto a todo, a horarios, a puestos, a fechas. Joder, menos mal que llevábamos el pijama por aquello del "que dirán", si no me veo pasando consulta en jersey y zapatillas. Pero por fin llegamos y, grácilmente, los hados del azar me han depositado sobre el servicio de Medicina General en mi primera rotación. En las próximas 6 semanas, lucharé por demostrar que, aunque parezca difícil de creer, aprobé Médicas y Patología General al igual que mis compañeros. Ya vendrán las guardias... Y serán muchas.
Y entre libros de Medicina Interna, protocolos, calendarios, cursos, seminarios, apuntes (que tengo la sensación de que es la primera que leo) y muchos perros y algún gato disfórico, ha pasado la primera semana de esta nueva vida, mis cachorros.
Podría hacer un alegato en mi favor, prometiendo, a lo electoral, que seré una residente justa, defensora de los débiles, amiga de los internos que nunca olvidará sus nombres, que nunca dejará una taza de café sucia por la hospi, que no mandaré ni utilizaré a nadie de "traemedor" de nada... Pero sería decir gilipolleces. Ahora mismo soy una alumna más, una interna con más horas de prácticas que de teoría que está intentando, a marchas forzadas y con mucho ahínco, demostrar que tiene un título y una tarjeta que pone VETERINARIA y que se la merece.
Me han dicho en estos tres días una frase que me viene al pelo en estos momentos. Algo así como:
"Si aún no te sientes idiota, es que no has leído lo suficiente"
Y es cierta. Así que sigamos leyendo...
Os seguiré contando.
Grandes aspavientos para animar a todos aquellos que empezáis con exámenes!!! No temáis a los papeles!
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