Diario de una Rookie Vet

Diario de una Rookie Vet
El verano de 2012 "Diario de una Rookie Vet" actualizó día a día desde Kathmandú, Nepal... Ahora, 9 estudiantes de Veterinaria viven su propia aventura en Ichangunarayan trabajando como veterinarios voluntarios! ¡No te lo pierdas! (clicka la imagen para formar parte de esta pequeña aventura...)

domingo, 10 de febrero de 2013

Ecuestre

Como cada febrero estoy pegada a un taco de papeles que se han convertido en mi dueño y mi señor, esperemos que sea el último invierno así... Aunque para no ser hipócrita ni victimista diré que los exámenes de Febrero estudiando el sol en una terraza a 20ºC... son bastante más llevaderos. He cambiado mi tonalidad de piel blanco fluorescente de flexo a un semimoreno salubre y vitaminado.


Y aunque los apuntes vinieron con nosotros (siempre lo hacen... es una presencia celular, celular por la celulosa..., que siempre está tras nosotros amenazante, expectante... deseando ser leídos! "¡Subrayamé!¡Subrayamé!") fuimos a una exhibición ecuestre. Bien sabe todo lector habitual de este espacio, y si no ya lo recuerdo yo, que soy una ferviente amante de los perros, una cuasi-veterinaria que quiere dedicarles los días restantes hasta el día de su muerte a proteger a los perros, y a algún gato amistoso que se ponga por delante. Aún así, soy veterinaria (vale, vale, casi! darme 4 meses) y todo animalejo es susceptible de que lo sane. Por eso estar en Córdoba y no aprender sobre caballos es un pan sin sal.

No es mi mundo, y no creo que lo sea. Pero la magestuosidad (citando a una moteña) de este animal atrapa al observador en cada uno de sus pasos, como si quisieses descifrar la mecánica de su movimiento, mágico e incomprensible; como toda la anatomía baila al ritmo de una música que parece comprender, recordar e interpretar. Cierto profesor me dijo una vez (no, una no, muchas) que un caballo es un conejo de 600kg. Visceralmente, (respecto a vísceras) lo es; respecto a carácter y pronto, también: miedosos, enormes pero tan excitables como el más pequeño de los ratones. Un animal tan noble capaz de llevar sobre sus espaldas a su amo y entregarle su voluntad a las riendas, cegado por el deber del trabajo. Magnífico, sin duda. Lástima que no sienta esa empatía que tienen algunos, que se emocionan con los trotes y galopes, que conocen cada nombre y cada capa de colores, como si el conocimiento les viniese innato.


Pero no todos podemos ser buenos en todo, me conformo con intentar ser buena en lo mío y tener sensibilidad suficiente para admirar la grandeza de cualquier bicho viviente, y de a los que se les asoman lágrimas cuando los ven. 

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